jueves, 6 de mayo de 2010

¿Jugamos?


Aunque me alegré por su bienvenida
sigo sin enrocarme por pendones.
Después de ti no valen mis cojones
las damas australes de la partida.

Echando piezas a acción diferida
cojo en un burro sigo a trompicones.
Entre alfileres, si no a empujones,
a punto de tomar otra salida.

Desde tu torre (que ya he visitado)
tus pecas me brindan tus dos pecados
y tu carita de culo perfecto,

mientras meneas tu cuerpo selecto...
¿Qué si juego? Has dado con mi defecto.
No hasta dar a tu Rey por ahogado.