sábado, 30 de enero de 2010

La Madre Naturaleza,


Tu soplo no de aire si no vida,
El rojo sagaz no de tus entrañas
Si no de tu llorosa alma encendida
Contemplando, inquieta, nuestras hazañas.

El triste yermo de tus campos grises,
El mar turbado por mil y un deshechos,
El cielo frío por un sinfín de muertes.
¿Nos queda algo que aún no esté maltrecho?

Nuestro pasado pide indulgencia.
La tumba de nuestros errores se mece
En la ofrenda de tu benevolencia.

Muere la vida mientras oscurece.
Entre todos dictamos tu sentencia:
El mañana ya no te pertenece.

2 comentarios:

  1. Hermosas rimas y construcción del poema, te sigo, un abrazo. Gracias por tu paso en Hayquetenderse.

    ResponderEliminar
  2. He hecho una revisión general, para ver si tenía que tirarte de las orejas, pero he encontrado todo en perfecto orden: limpio, aseado e interesante. Se notan los efectos de la brisa mediterránea... Un placer pasar por aquí. Abrazotes. El hombre de rojo.

    ResponderEliminar