sábado, 27 de febrero de 2010
Carta De Un Anciano Cubano (III),
Viendo ya mi corazón envejecido
y aún siendo casi como un mal indigente,
es fácil soñar con tan poco vivido
y aceptar la cruel vida de un inocente.
Con la certeza de todo lo perdido,
por la falta de una mente consecuente.
Y tristeza por lo que pudo haber sido,
Si no hubiera muerte para tanta gente.
Nací pobre, nunca fui un rico hacendado
y por eso no comprendí la verdad
¡de tanto turista y tanto desterrado!
¡de tanta injusticia y tan poca piedad!
Ahora descanso en mi casa, acostado.
Pienso en mi vida implorando caridad.
Por las calles, en mi tristeza, humillado.
No era una moneda. Era la libertad...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario